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sábado, 26 de noviembre de 2011

¡Cangrejo, grejo!

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Vinculados ancestralmente al mar y a la riqueza ictiológica de nuestros ríos, los costeños -y creo que la mayoría de los ecuatorianos- sentimos predilección por los mariscos, de los cuales poseemos inmensa variedad, tanto de los provenientes del océano, como de los que todavía se multiplican en la red hidrográfica más importante del Pacífico americano, que es la cuenca del río Guayas.

Corvinas, pámpanos, chernas, guayaipes, lenguados, dorados, picudos, atunes, pargos, lisas con gusto a brisa marina, yodo y sal. Robalos, bocachicos, damas, dolas, bagres, guanchiches, viejas y corvinas de río, son algunas de las decenas de sabores asociados a la alimentación que nuestros antepasados incluyeron en su dieta diaria junto a moluscos y crustáceos provenientes de los manglares del Estero Salado y sus numerosísimos ramales.

El rey del Ecosistema
En el estuario del Guayas y en las islas del Golfo de Guayaquil, amparado por la presencia señorial de los manglares habita Gercacinus Ruricola, popularmente conocido como el cangrejo rojo de manglar, cuya deliciosa y apetecida carne lo ha convertido en el perseguido rey de un ecosistema extraordinario, poniendo en peligro su existencia.

Vive metido en cuevas de lodo que cava con sus patas a profundidades de 60 y hasta 80 centímetros y sale únicamente en busca de alimento; de novia, en tiempo de apareamiento, o forzado por sus capturadores, los cangrejeros de las islas, de quienes intenta defenderse utilizando sus poderosas manos de tijera. Atrapado y ensartado junto a otros hermanos de infortunio con los que forman un atado, es negociado por intermediarios que lo transportan a la ciudad, donde pasa a manos de vendedores, ubicados en sitios estratégicos de la urbe, y de ahí a los consumidores que gozamos sacrificándolo para echarlo a la olla, donde se transforma en delicioso manjar, alrededor del cual iniciamos un bullicioso y concurrido festín, generalmente nocturno.

cangrejo, cangrejero, cangrejada, mariscos, crustaceosLas costumbres eran otras
Remontándonos a cercanos recuerdos, comentaremos a nuestros descendientes que los cangrejos, apetecidos desde épocas remotas, sólo se consumían en los meses con r. Esto es: enero, febrero, marzo, abril, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Absteniéndonos de sacrificarlos en los meses sin dicha consonante, por ser "tiempo de muda" como decían los abuelos, en respeto al ciclo de apareamiento, reproducción y crecimiento, que nos garantizaba la supervivencia de la especie y el disfrute de los carapachos gordos, las manos de boxeadores y las pechugas bien carnudas.

Las canoas que apegaban al Mercado Sur descargaban su mercancía por la tarde para negociarla con los mayoristas y éstos a su vez con los vendedores al detal, quienes portándolos en los extremos de largas varas de mangle, salían a vocearlos por los distintos barrios al perfilarse la noche, entonando ese pregón tan porteño y tan antiguo: "Cangrejo - grejo" - "Cangrejo gordo, cangrejero"...

De las casas se los llamaba y ellos se acercaban a los zaguanes para dejarnos escoger los mejores atados. No había al cuál quedarse, por que entonces todos los atados eran buenos y su costo no rebasaba los 5 sucres (para que no olviden cómo se llamaba nuestra moneda). Eso sí, por muchas que fuesen las ganas, así se muriese de antojo una pipona, a nadie se le hubiese ocurrido matarlos y comerlos por la noche.

cangrejo, cangrejero, cangrejada, mariscos, crustaceosLos cangrejos amanecían vivitos en el lavadero de la cocina, cubiertos con un mantel húmedo, y era a la mañana siguiente, cuando las cocineras les daban vire para irlos echando a la olla con agua aliñada a base de comino, culantro, ajo, pimienta picante en grano, cebolla blanca, etc.

A la hora del almuerzo ponían la gran fuente en el centro de la mesa familiar y empezaba el golpeteo, el chupeteo y el ajetreo por acaparar los más gordos y pesados. Luega venía la ensalada de cangrejo o el arroz con cangrejo; rematando la fiesta grastronómica con los exquisitos carapachos rellenos de maduro o de pan dulce.

Cambio del ceremonial
No sé si por cangrejos o por sabios, nuestros viejos siguieron esas costumbres, que al entrar la década de los años 60, nosotros cambiamos completamente, cuando pusimos de moda las cangrejadas entre amigos, eligiendo las horas de la noche para efectuar las faenas que preceden a nuestro ceremonial actual.

A eso de las 20h00 comienzan a llegar los convidados. Compadres del alma, compañeros de estudio o de trabajo, primos, vecinos, invitados especiales, entre los que se cuentan, novios, consuegros y socios en perspectiva.

Despojados de todo prejuicio y protocolo, armados de pequeñas piedras de río, mazos y tablillas de madera, toman posiciones en la mesa que para la ocasión ha cambiado su mantel habitual por una cubierta de periódicos y algún sencillo cobertor.

Atrincherados con la botella de cerveza bien helada, el ají y cuanto aderezo se nos antoje a preparar en cada casa. Perdiendo toda finura, la concurrencia se abalanza sobre la fuente. Todos golpean, mascan, chupan, absorben, paladean, patas, panzas y carapachos. Todo marcha con singular rapidez y estilo propio.

Música de salsa a buen volumen y algarabía de conversaciones cruzadas sobre fútbol, política, economía. Chismes, chistes, anécdotas, confidencias, condolencias y reclamos, matizan esas noches de San Viernes que pueden prolongarse sin problemas, porque una cangrejada guayaca es cosa seria. Si no, pregúnteselo a los porteños y a los invitados que la aprendieron a disfrutar en nuestras mesas. Por eso es preciso velar por la supervivencia de ese y otros tesoros que nos regala el manglar. Ya vienen los meses sin "r" y por algo sería que antiguamente, nuestros mayores nos enseñaban a respetar ese ciclo de veda natural... Curiosidad Infinita - Conocimiento y curiosidades - Curiosidad Infinita - Curiosidad Infinita

jueves, 24 de noviembre de 2011

La Papirusa

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La conocí ya trajinada cuando el exceso de peso confería un bamboleo nada sensual al paso de su robusta anatomía. Estatura regular. Piel canela clara, pelo tirando a lacio, teñido de rubio circo para ocultar seguramente las canas prematuras y una sonrisa picaresca acompañando al saludo que a corta distancia hizo a mi padre.

-Esa es la famosa Papirusa- diría él, iniciando su lacónica respuesta en un tono que quiso ser solemne para satisfacer mi curiosidad de niña impertinente, pero que, lejos de ubicarme en la realidad, puso ribetes de leyenda en torno al personaje cuya imagen, como la de algunos otros protagonistas de aquel tiempo, se grabó en mi memoria infantil.

Más tarde, ya adulta intentando analizar también las desviaciones que van tipificando a las épocas y que es imposible ignorar, cuando se trata de la conducta social en todo su contexto, "La Papirusa" volvió a inquietarme y fue entonces cuando recurrí a informantes de primera mano, en busca de datos que, sin prejuicios ni perjuicios, les voy a transcribir.

Un sobrenombre especial
Criollita, garbosa, inocente y alegre, Hortencia Benavides, hija de una lavandera al servicio de la casa rica, en cuyo ámbito se crió adquiriendo modales delicados fue con toda seguridad .y como lo mandaba la vejatoria costumbre-, la prensa más cercana para el debut de los machitos de la familia. Crisálida estropeada, abrió sus alas de atractiva mariposa y decidió volar bien alto, para obligarlos a reverenciarla en el terreno que los sabía débiles y que ella había elegido para reinar.

Le precedían en tales afanes, "La caballo de paso" y su joven hija "La potranca", instaladas por la calle Quito, entonces considerada zona roja, desde que don Aquilino Martínez puso a funcionar los primeros cabarets (burdeles) o salas de baile de la ciudad. Inteligente y sagaz, Hortensia prefirió trabajar sola. Alquiló el departamento de la planta baja en el inmueble situado en la calle Francisco de Paula Ycaza, entre Boyacá y Escobedo, lo arregló con atractiva sencillez y empezó a ejercer discretamente.

No pasó mucho tiempo para que el lugar y su dueña se viesen frecuentados por lo más selecto (?) de la "masculinidad" porteña. Políticos, banqueros, profesionales, intelectuales, comerciantes, niños bien y niños mal, estudiantes universitarios, y hasta un ex-presidente de la República, aspiraban a sus favores, como si de ella dependiese el visto bueno para graduarse de hombres, autoconvencerse de sus capacidades y alardear de ser muy machos... casa afuera..., como imponían, las normas de masculinidad.

Conversadora, alegre sin ser vulgar, cariñosa, paciente y siempre discreta, atenta a cualquier hora (sólo con quienes ella escogía), Hortensia era una celebridad y así la recuerdan sus ex-clientes, uno de los cuales, seguramente cautivado por la voluptuosidad de sus encantos, le puso el sobrenombre de "Papirusa", voz del lunfardo argentino que decir: muchacha linda, con el que ella pasaría a la prosperidad.

Aunque existen otras versiones de su apodo, quedémonos con el anotado, para seguirla en su ruta de ascenso hacia el más alto escalón.

prostitutas, putas, callejeras, golfas, papirusaFama, fortuna y amor
Dueña y señora de su oficio, depositaría de íntimos secretos del grupo dominante, "La Papirusa" desafiaba la hipocresía del medio. Gustaba pasearse en carro descubierto por la avenida Nueve de octubre, siempre al atardecer mirando a quienes fingían no conocerla, para seguir aparentando ser novios o esposos fieles. Por ese tiempo había incorporado a "La Bicicleta", muchacha que la ayudaba, despuntando con mucho éxito. Y si consideramos que el dólar valía 10 sucres, la tarifa de 50 sucres que cobraba la señora, era una suma respetable.

En el apogeo de su fama, fue a parar a Vinces, enamorada de un millonario cacaotero que la cubrió de elegancias y le alegró el corazón, pero cuando consideró procedente, la despidió sin decirle gracias ni tampoco ayudarla a solventar su subsistencia. De vuelta a lo suyo, comenzó a pensar en el futuro e invirtió sus ahorros en la construcción de una casa, situada en las calles Coronel y Venezuela, donde más tarde albergó a sus protegidas y ya en el plano de empresaria ejecutiva, abrió los servicios del primer "Motel" de la ciudad, no identificado con tal nombre, pero sí con idéntico quehacer.

Afectada de cáncer y la próxima a morir, fue atendida por sus pupilas a quienes solía aconsejar repitiéndoles maternalmente:
-Hijas, guarden platita, que en cuanto envejecemos, los hombres ya no nos quieren pagar.


Se despidió de este mundo hace aproximadamente 40 años. Y si hoy pudiese abrir sus ojos, pensaría que resucitó en el lugar equivocado. Puesto que la misma sociedad se atrevió a señalarla con el dedo, registra índices de prostitución alarmantes desde las más elegantes esferas sociales hasta los más pobres estratos femeninos. Mientras que en los asuntos de los hombres, campea la confusión del "unisex", y muchos de esos que presumen ser machos re-machos, apenas se oculta el sol, se caminan con sus elegantes vehículos hacia la calle Primero de Mayo, en busca de mariposones y travestis que se exhiben con descaro, vestidos de mujeres por las noches, vendiéndoles sus favores en ese y otros barrios de Guayaquil.

...¿Qué te parece, Papirusa?

tomado del libro Del tiempo de la yapa, aut. Jenny Estrada

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martes, 22 de noviembre de 2011

Los afiladores

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Los afiladores
Con el sonido de un pequeño rondador metálico, despertaban hasta los gatos más ociosos. Corrían las cocineras, los carniceros, las costureras, los peluqueros, las abuelas y las madres en busca de sus cuchillos, tijeras, navajas, machetes, etc., mientras nos mandaban a llamarlos.

Accionaban un artefacto raro, movido a pedal, con una rueda de esmeril de la que sacaban chispas con el metal. Estos no se han extinguido, sé que andan por ahí. Los necesito como muchos de ustedes, y por favor si los ven, mándelos a mi casa :)

No hay afilador eléctrico, ni truco de programa de cocina por TV, ni consejo de revista que sea tan efectivo como el trabajo de esos hombres. Únivos sobrevivientes de oficios que se acabaron cuando el progreso llegó y el consumismo nos mal enseño a botar las cosas usadas que pueden repararse para continuar utilizándose, pero que un pueblo pobre como el nuestro prefiere reemplazar por otras nuevas al menor síntoma de vejez. Y aunque esto sea lo que hacen los demás, yo sigo esperando a un afilador que me salve tres cuchillos de esos que ya no se encuentran , con hoja de acero doble y fuertes de verdad.

¡Mandenme al afilador! Curiosidad Infinita - Conocimiento y curiosidades - Curiosidad Infinita - Curiosidad Infinita

domingo, 20 de noviembre de 2011

Las zurcidoras

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Las zurcidoras
Un cartel manuscrito pendiendo de la ventana, determinaba su presencia en las zonas residenciales "Se cogen puntos de medias". Más adelante, las zurcidoras se ubicaron en los quioscos adosados a los estantes del correo, donde llovía la clientela femenina. Sus madres habían trabajando para la generación de las medias de seda, que después de cada baile a ritmo de Charleston, se las confiaba para su reparación. Cuando llegaron las medias nylon, el trabajo de las zurcidoras se multiplicó y su acción manual se fue complementando con una pequeña maquinita que aprendieron a manejar con increíble destreza y rapidez.

Las medias nylon eran importadas y su costo, en relación a otras piezas del vestuario, resultaba bastante elevado. De modo que, cuando se corría casualmente un hilo y cuando se enganchaban  las medias en las sillas de mimbre o en los asientos de los taxis en mal estado, acudían al correo en busca de Marujita, Adelita o Juanita, para encomendarles la compostura. Las zurcidoras recibían decenas de medias cada día y su trabajo era de primera. Solo que en ocasiones, las medias que habían dejado limpiecitas, no eran las mismas que se entregaban arregladas. Cosa que se detectaba en casa, por el cambio de la "rancia esencia" que indicaba pertenencia de otra dueña.

De las medias masculinas y de las medias de los colegiales se encargaban las abuelas, que foco en mano, pasaban y repasaban tenues hilos en los huevos de puntas y talones. Igual cosa hacían las costureras contratadas a domicilio, para los remiendos y zurcidos de blusas y vestidos de seda, camisas de hilo fino, virada de cuellos, bajada de hilvanes, etc, etc.. Hoy la industria nacional ha abaratado y masificado notablemente el uso de pantymedias, y como el ahorro ya no se estila, cuando se corre un hilo de la media, se lo detiene temporalmente con barniz de uñas y finalmente se tira la prenda a la basura. Curiosidad Infinita - Conocimiento y curiosidades - Curiosidad Infinita - Curiosidad Infinita

viernes, 18 de noviembre de 2011

El hojalatero

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El Hojalatero
Éste no venía a las casas por que tenía puesto fijo. Su oficio lo practicaba por tradición y eso significaba que había que ir a buscarlo donde el gremio tenía sus asientos.

Las hojalaterías de la ciudad quedaban por la calle de Villamil que hoy cubre el congestionado sector de las bahías, existiendo otros notables talleres en la calle Chimborazo al salir a avenida Olmedo y por la calle Francisco García Avilés.

En ellas se fabricaban cedazos y rallos, regaderas para el jardín, baldes galvanizados, las tinas que reemplazaron a las tradicionales confeccionadas de pechiche, los candiles, los faroles, los moldes para las tortas, las boquillas para los decoradores de las reposteras que estos hábiles artesanos trabajaban sobre pedido, complaciendo los gustos más exigentes. Y juguetes que pintaban con colores chillones para sacar a la venta en Navidad.

Con la importación de artículos de acero inoxidable, el quehacer del hojalatero fue perdiendo valor, terminando por considerarse anacrónico al entrar en producción las primeras fábricas de plástico termoformado y plástico rígido. Los maestros abandonaron el oficio y esas hojalaterías cerraron al promediar la década de los años 60. Su ruidosa presencia ni siquiera fue extrañada por los vecinos del barrio. Nadie en la ciudad les dijo gracias, a quienes tanto nos sirvieron. Curiosidad Infinita - Conocimiento y curiosidades - Curiosidad Infinita - Curiosidad Infinita

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El colchonero

El colchonero

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Aparecía en el verano, cuando los ceibos añadían al verde antediluviano de sus troncos y ramas, la hermosa floración que transformaba en nivea bellota, cubría de purísima lana vegetal el suelo de los campos peninsulares.

Esa lana, regalo maravilloso de la naturaleza, se utilizó desde época muy remota en la confección de los colchones, almohadas, cojines y más artículos de uso doméstico, en los que hoy entra de relleno la espuma química de polietileno. Y fue el dulce soporte de la pasión ardorosa con que nuestros antepasados acrecentaron sus familias, alcanzando tambien a escuchar las primeras intimidades de muchas parejas de actuales sesentones.

Armado de una agujeta, piola para coser los bordes y reata blanca para las bastas, el colchonero tocaba la puerta ofreciendo sus servicios, y como no faltaba en cada casa el clásico el colchón sin basta, su presencia era acogida de inmediato, señalándosele un lugar apartado de la casa o un patio para realizar la operación que implicaba: soltar todas las bastas, batir la lana, aumentarla, si fuera del caso, y volver a bastear hasta dejar el colchón como recién salido de la casa Villacrés Hermanos, pionera en la industrialización de colchones de lana de ceibo, cuyo almacén quedaba en la calle Diez de Agosto entre Pichincha y Pedro Carbo.

Cuando finalizaba su faena, el colchonero -que operaba con un pañuelo atado a la cara para proteger sus vías respiratorias y otro amarrado a la cabeza para cuidar su pelo- se iba sacudiendo con el trapo. Un reguero de pelusa lo seguía y nuestros estornudos le hacían coro a sus risas.

Los colchones retornaban a sus puestos con la amonestación materna de rigor:

-Ay del que vuelva a brincar en la cama y del que no avise cuando tenga ganas de orinar- Lo primero, dedicado a los aspirantes a cirqueros y lo segundo, a los niños más pequeños, por supuesto!

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lunes, 14 de noviembre de 2011

Oficios que se acabaron, el soldador

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Cuando evocamos periodos superados y proyectamos mentalmente las escenas que fueron parte de nuestro diario vivir, el trabajo de recrearlas en una crónica nos llena de grata emoción, y en ocasiones como la presente, nos lleca a revisar precedentes de una comunidad, donde la práctica de ingeniosos quehaceres permitió responder a las necesidades que el discreto sentido del ahorro fue dictando a nuestra sociedad pre-consumista, antes de que la enfermedad del despilfarro nos condujese a la alienación actual.

El Soldador
Pregonando su habilidad el hombre recorría la ciudad. Llevaba en su mano izquierda un fogoncito portátil, hecho de un tarro recortado y asa de alambre, lleno de carbones encendidos. En los bolsillos de su camisa de trabajo los pedazos de lija, un trozo de pez rubia, un frasquito con ácidos y barritas o alambres de aleación a base de estaño a la que gritaba a todo pulmón su melodiosa frase: "... Hay que soldáree..." y desaparecía dentro de algún zaguán para atender a la primera llamada.

Se sentaba en la escalera y preparaba su instrumental mientras aparecían las lavacaras, ollas, baldes, bacinillas, irrigadores, tazones, jarras, jarritos de fierro enlozado importado que hubiesen sufrido desportillamiento, mostrando lesiones de consideración. Tomando el objeto en sus manos, el soldador lo examinaba, pactaba el precio con la dueña y procedía a lijar el área afectada. Luego ponía unas gotas de ácido alrededor y frotaba con la pez. Enseguida, manejando el cautil con precisión de cirujano, aplicaba la soldadura (previamente puesta al fuego) y la pieza quedaba lista para ser sometida a prueba.

Al tiempo que trabajaba, conversaba explicándonos secretos de su oficio a los niños. Al marcharse dejaba en el ambiente el acre olor de sus elementos químicos. En nuestra mente, nuevos conocimientos. Y en la cocina, la batería en óptimas condiciones para prestar servicio por mucho tiempo más. Su pregón resonaba por las calles con bien timbrada voz:

-Hay que soldáree... Curiosidad Infinita - Conocimiento y curiosidades - Curiosidad Infinita - Curiosidad Infinita

sábado, 12 de noviembre de 2011

Curso de Kichwa (Quichua)

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El quichua, nuestra lengua madre, ha existido por miles de años en la cultura de nuestros pueblos y se ha convertido en patrimonio cultural ya que ha pasado su historia a través de generaciones en el tiempo. No solamente es un idioma, es una filosofía, un modo de ver la vida, y tratar a cada ser viviente para llegar a alcanzar el sumak kawsay o buen vivir.

Gracias a la Radio Publica del Ecuador, hoy podemos aprender gratuitamente (los muchos y muchas que no sabíamos donde aprenderla y estudiarla) ésta nuestra lengua autóctona, conocer más de nuestra historia, rescatar y difundir más nuestro patrimonio cultural y acercarnos más a nuestras comunidades.

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Actualmente con un total de 111 lecciones de kichwa gratis, compiladas y listas para descargar: saludos, expresiones, alimentos, bebidas, hierbas medicinales, naturaleza y mucho más se van a tratar en cada una de las lecciones.

Esta es la primera lección, cada una de las lecciones tiene un espacio de explicación y de práctica sobre lo estudiado, incluyendo diálogos para reforzar lo aprendido.

Ahora, a aprender el Runa Shimi!

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jueves, 10 de noviembre de 2011

Los sencilleros

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Los almacenes del perímetro central, los caramancheles descritos y hasta los caminantes con sus pequeños charoles en equilibrio sobre la cabeza, observaban el código de buena conducta que norma y ampara la convivenciade toda sociedad civilizada. Más, creo que fueron los "sencilleros", quienes se llevaron las palmas en el ejercicio de un estilo comercial dentro del cual, la gentileza, el esfuerzo diario y la virtud del ahorro, fueron sólidas bases sobre las que muchos de ellos supieron levantar grandes fortunas.

¿Quiénes eran?
Por lo regular, inmigrantes recién llegados de origen árabe y judío que, deseosos de superar sus angustias económicas, emocionales y culturales, ajenos a los prejuicios del medio, se abrían paso, ayudados por otros paisanos con mayor tiempo de permanencia o por nacionales que les facilitaban el crédito, concediéndoles mercadería de importación, para la venta al detal.

Los árabes que se establecieron al finalizar el siglo XIX, tenían buenos almacenes de tejidos importados y en tales menesteres instruían a su gente. Entonces, con los cortes de tela al hombro, una vara de madera en la mano derecha y la pieza elegida como bandera abierta sobre el pecho, el sencillero se lanzaba a conquistar el puerto.

-A la bobelina barata, al fino cosibir.
-Combra barato. Combra siniorita.
-¡Ey!...Chss... Chss... ¡Sencillero!... ¡Suba!


Y sudando en invierno y verano, el sencillero caminaba de punta a punta la ciudad. Subía para entablar el negocio a crédito con las amas de casa, las empleadas domésticas, las costureras a quienes dejaban mercadería de buena calidad a precio recargadito, aunque con la ventaja del crédito sin garante, que se cubría en cómodas cuotas diarias, semanales, quincenales o mensuales, según lo convenido por él en su lengua mocha, lloriqueando que con tanta rebaja -el bobre baisano bierde blata- y la cliente, defendiendo sus ahorros.

Cerrada la venta, sacaba una libretita cochosa del bolsillo de su camisa, anotando cuidadosamente la fecha, el nombre y la cantidad, mientras le decía: -haber, la siniora Estrrada que bagará en tres bartes. y la señora pagaba sin atrasarse, por que la palabra de honor valía más de lo que hoy importa un documento garantizado por terceros.

Otros sencilleros de este valioso grupo étnico iban hacia los campos, trasbordando de las lanchas a las canoas de piezas, cargados de cortes de tela, zapatos, perfumes para las "madamas", medias finas, camisas, calzoncillos, adornos, espejos, etc., etc. Se internaban por los afluentes de nuestros grandes ríos y guiándose por su instinto de orientación, caminando a la sombra de las huertas cacaoteras, llegaban a los caseríos y a las haciendas donde eran siempre bien recibidos por nuestros campesinos, volviendo luego de algunos días, cargados de cacao, arroz, café, gallinas, pavos, patos y más productos del agro, que en veces recibían como resultado de las transacciones al trueque. El dinero lo traían en un saquillo de lienzo, para hacerlo crecer en inversiones mercantiles.

Huyendo de Hitler
En las postrimerías de los años treinta, comenzaron a arribar pequeños grupos de inmigrantes de origen judío, incrementando su número durante la II Guerra Mundial y al término de la misma. La colonia, que era muy pequeña y laboriosa en la ciudad, también les tendió la mano. Cumpliendo el mandato ancestral de este pueblo tan identificado y ligado a sus raíces, se ayudaban mutuamente y unos cuantos de los recién llegados se hicieron sencilleros, prefiriendo el ramo de la loza, artículos de hierro enlozado, jarros, peroles, cedazos y más cacharros que portaban amarrados artísticamente, uno en cada mano. Luego circulaban en bicicleta, con las bastas del pantalón metidas dentro de las medias y éstas, sujetas por ligas de caucho, para llegar hasta los lugares más apartados de la urbe, esquivando a los perros, los charcos de lodo del invierno y las sartenejas del verano. Educados y atentos, saludaban finamente a su cliente, entablando un diálogo en el que iban practicando nuestro idioma:

-Buenos días señoga. Oiga vea esta magavilla. Boigna compga. Bagata.
-¿No rebaja?...
-No señoga. Pgrecio unigo. Imposible más bagato. Todo impogtado.
-¿Pero le pago en cuatro partes?...
-No seg progglema. Yo venig todos los días.

Y todos los días iba el sencillero judío a cobrar. Usaba tarjetas de colores, una por cliente, donde dejaba perfectamente registrados los datos personales, direcciones, cifras, atrasos, etc., etc., etc. Eso sí, no daba tregua a morosos ni perdón a tramposos, a quienes era capaz de perseguir por los siglos de los siglos, como asevera mi amigo Alberto Valdivieso, que todavía cruza a la vereda de enfrente cuando pasa por un negocio muy conocido para esquivar la mirada de un anciano comerciante, al que -cuando era sencillero- dejó de pagar las cuotas de un reloj muñequera comprado para la enamorada, porque ésta se le fue con otro.

¡Ah! qué diferente es hoy eso de luchar por la vida haciendo fortuna bien habida y poco a poco, como supieron trabajar tantos inmigrantes positivos, cuyos descendientes -a lo mejor- ni se interesan por recordar el ejemplo de su honrosa trayectoria. Curiosidad Infinita - Conocimiento y curiosidades - Curiosidad Infinita - Curiosidad Infinita

martes, 8 de noviembre de 2011

La oratoria y su poder

Que lindo es escuchar una buena historia, cuento o una  leyenda bien contada ¿verdad? Más aún, si la persona que lo dice, lo hace de tal manera que nos hace sentirla e imaginarla con intensidad. La oratoria es una de las artes más influyentes en la sociedad, muy bien conocida por aquellos que saben de su verdadero poder.

A través de la historia, grandes oradores, persuasivos -por naturaleza diría yo- hacia las multitudes, lograron llegar con su mensaje a sociedades enteras y adquirir influencia sobre ellas; figuras importantes como Cicerón, Martin Luther King, Winston Churchill, Perón y Evita, el lider populista Velazco Ibarra e incluso Hitler usaron el poder de la oratoria afianzando en la mayoría del pueblo sus convicciones.

¿Hemos perdido este gran don? Sinceramente creo que está siendo desplazado por la tecnología, muchas personas pierden demasiado tiempo en el "chat", o en los cientos de redes sociales que hay en el medio sin sacarle un buen provecho o utilidad, en vez de cultivar las artes y sacar un gran beneficio de ellas, ya que éstas enriquecen el conocimiento y el espíritu.

"La educación es el mejor camino para el desarrollo de la sociedad"

Ya no escuchamos ni apreciamos en gran mayoría -de los pocos que quedan- a los buenos oradores, cada vez se inculca menos en las escuelas y colegios este arte, y se reduce al hecho de memorizar textos solo para sacar una buena nota y pasar de curso; así cada vez va muriendo lentamente la cultura oral.

Aporto este vídeo que me gustaba mucho cuando era pequeño, de la serie animada "Oye, Arnold" (Hey Arnold!) de Nickelodeon, la historia de "El Jadeante Ed", un claro ejemplo sobre la retorica y la oratoria.

Siempre me inspiraba la forma en que Gerald contaba sus historias y todos al rededor le prestaban mucha atención, la verdad esta serie tiene buen contenido para los chicos.

Por cierto, dicen que el cuento no vive por quien lo cuenta, sino, por quien lo escucha.

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sábado, 5 de noviembre de 2011

Refranes y dichos populares

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El pueblo es una fuente inagotable de sabiduría y verdad. Con energía, sagacidad, chispa y buen humor, las diferentes generaciones van imprimiendo su huella inextinguible sobre lo que vive y piensa, lo cual en otras formas, lo hace a través de dichos y refranes.

A lo largo y ancho de la geografía nacional, la gente habla sentenciosamente. Muchas de estas expresiones orales fueron traídas por los españoles, por que hace rato adquirieron carta de naturalización en nuestra tierra. Sin embargo, la gran mayoría de ellos son la inspiración del pueblo.

Dejando aclarado, que el afán de esta compilación -es la que contribuyeron familiares, colegas y amigos, principalmente de Manabí, Ecuador- está encaminada a preservar nuestra herencia cultural.

Advertimos, que como los diccionarios de la Lengua Española definen a las palabras, dicho y refrán como sinónimos, aquí están entrelazados. No obstante, hay una diferencia sintáctica entre refrán y dicho, pues mientras el primero contiene dos proposiciones, el dicho consta sólo de una.

Los animo a que comenten refranes y dichos conocidos por ustedes para así ampliar la lista :)

Por cierto "No están todos los que son, pero sí son todos los que están"

A
A buen entendedor, pocas palabras.
A brazo partido.
A buen puerto vas por leña.
A caballo regalado, no hay que mirarle los dientes.
A cada pajarito, le llega su veranito.
A cada pavo, le llega su navidad.
A Dios rogando, y con el mazo dando.
A falta de pan, buenas son las tortas.
A grandes males, grandes remedios.
A la luz de la vela, no hay mujer fea.

B
Bajando el muerto y soltando el llanto.
Barco parado, no gana flete.
Baraja, mujer y vino, sacan del buen camino.
Barre por donde pasa la suegra.
Bien contado, no hay cuento malo.
Bienaventurados los mansos, por que los castran parados.
Borrón y cuenta nueva.
Bueno es el cilantro, pero no tanto.
Burro que no tiene dientes, no masca hierba.
Buscar palo para que le saquen el otro ojo.

C
Caballo garañón, no respeta yegua sarnosa.
Cada cosa se parece a su dueño.
Cada cual,lleva su cruz.
Cada gallo, canta en su gallinero.
Cada loco, con su tema.
Cada oveja con su pareja.
Cada uno, sabe donde le aprieta el zapato.
Caído el rayo, no hay magnífica que valga.
Calentó el café, para que otro se lo tome.
Camina, y no levantes polvo.
D
Dame pan, y dime tonto
Dar cuerda para que se ahorque.
Darle palo como a burro amarrado
De cuero ajeno, correas largas.
De desagradecidos está lleno el infierno.
De dientes para afuera.
De la boca se te cae la sopa.
De la casa propia a la ajena, con barriga llena
De lo bueno, poco.
De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco.


E
El adulador y el traidor, nacieron en el mismo huevo.
El apuro, trae cansancio.
El avaro ni el mendigo, no tienen parientes ni amigos.
El camino al infierno, está empedrado de buenas intenciones.
El comedido come de lo escondido.
El diablo más sabe por viejo, que por diablo.
El flojo, trabaja dos veces.
El hijo de tigre, pintado nace.
El mono sabe a que palo trepa.
El ojo del amo, engorda al caballo.

G
Gallinazo, no come gallinazo.
Gallo viejo, con el ala mata.
Gana fama y échate a la cama.
Gato viejo, ratón tierno.
Guerra avisada, no mata gente.
Guerra es guerra.
H
Habla y te salvas
Hablando se entiende la gente.
Hablar con el dueño del circo, no con los payasos.
Hacerse de la vista gorda.
Hablar sin pelos en la lengua.
Hay que hacerle creer a los cojudos, que uno es cojudo.
Hay un mundo mejor, pero es carísimo!
Hacer de tripas, corazón.
Hierba mala nunca muere
Hijo de culebra fina, no sale sapo ni rana.

I
Indio comido, indio ido
Ir por lana y salir trasquilado

J
Jodido por mil, jodido por mil quinientos.
Jornal adelantado, jornal abandonado.
Juegos de manos, juegos de villanos.
Juventud, divino tesoro.

L
La alegría dura poco, en la casa del pobre-
La codicia rompe el saco.
La cabeza, no es solo para los piojos.
La calentura no está en las sabanas.
La desgracia de uno, es la felicidad de otro.
La hora más obscura, es la próxima aurora.
La justicia cojea, pero llega.
La letra con sangre, entra.
La mejor fotografia de una persona, es su trabajo.
La ignorancia es atrevida.

M
Maldición de perro flaco, no mata caballo gordo.
Manos que dan, reciben.
Más cara sale la mecha, que el candil.
Más fácil es destruir, que construir.
Más rápido cae el mentiroso, que el cojo.
Más tranquilo duerme el deudor, que el acreedor.
Más vale solo, que mal acompañado.
Más vale prevenir, que curar.
Matar dos pajaros de un tiro.
Muchacho malcriado, encuentra padre en la calle.

N
Nadie es profeta en su tierra.
Nadie habla por ciencia, sino por experiencia.
Nadie más que la cuchara, sabe el mal de la olla.
No da el que tiene, sino el que quiere.
No hay boda sin borracho.
No hay bonito sin pero, ni feo sin gracia.
No hay mujer fea, solo de belleza rara.
No hay palabras mal dichas, sino mal comprendidas.
No hay bebé feo, ni muerto malo.
No hay quinceañera fea.

O
Obras son amores, no buenas razones.
Ocasión que se pasó, pájaro que se voló.
Oír a todos, creer a pocos.
Ojo por ojo, diente por diente.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Oro guardado, no da ganancias.
Oye primero, habla después.

P
Padre no es el que engendra, sino el que cría.
Paga lo que debes, y sabrás lo que tienes.
Pájaro viejo, no entra en jaula.
Palabras sacan palabras.
Pasajero de segunda, y exigente.
Palo porque boga, palo porque no boga.
Pan para hoy, hambre para mañana.
Para aprender, nunca es tarde.
Para pelear, se necesitan dos.
Para pendejo no estudia, se nace.

Q
Que se pierda el dedo y no la mano.
Quien bien te quiere, te hará llorar.
Querer es poder.
Quien a buen arbol se arrima, buena sombra le acobija.
Quien a cuchillo mata, a cuchillo muere.
Quien da pronto, da dos veces.
Quien calla, otorga.
Quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro.
Quien mal anda, mal acaba.
Quien vengarse quiere, calle y espere.
S
Sacar las uñas.
Salir lo servido por lo comido.
Santo alabado, santo acabado.
Santo que no hace milagro, que desocupe el altar.
Sarna con gusto no pica, y si pica no hace roncha.
Se han juntado el hambre y la necesidad.
Secreto en reunión, es mala educación.
Secreto entre mujeres, no es secreto.
Ser harina de otro costal.
Ser juez y parte.

T
Tal para cual.
Tanto nadar, para morir en la orilla.
Tarde o temprano, todo se sabe.
Tener la sartén por el mango.
Toda regla, tiene su excepción.
Todo Cristo, sale crucificado.
Todo sabido, tiene su hora de caer.
Tigre no come tigre.
Tener los cables pelados.
Tomar el toro por los cuernos.


U
Un buen consejo a tiempo, no tiene precio.
Un perro menos, un hueso más.
Un clavo saca a otro.
Un resbalón, no es caída.
Una buena capa, todo lo tapa.
Una buena conciencia, es la mejor almohada.
Un puerco enlodado, enloda a cien.
Un jardín sin flores, es como un hogar sin cachos.
Una golondrina, no hace verano.
Unos calientan el horno, y otros se comen el pan

V
Vaca de muchos, ben ordeñada y poco alimentada.
Ver para creer.
Ver, oir y callar, si quiere del mundo gozar.
Viejo, pero no pendejo.
Ver la paja en ojo ajeno, y no la viga en el propio.
Vístete despacio, cuando estés de apuro.
Voz del pueblo, voz del cielo.
Violencia, llama violencia.
Viejo que se cura, cien años dura.

Y
Yo conozco al cura de mi pueblo
Yo no sufro de locura, la disfruto a cada minuto.
Yo te ofrezco, busca quien te dé.

Z
Zapatero a tus zapatos.
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